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This manuscript was first published in Beyond the Codices, eds. Arthur J.O. Anderson, Frances Berdan, and James Lockhart (Los Angeles: UCLA Latin American Center, 1976), Doc. 13, 94–95. However, the transcription, translation, and a new introduction presented here come from Lockhart's personal papers. The original is found in the McAfee Collection, UCLA Research Library, Special Collections. [Introduction by James Lockhart:] Formal written grants of land inside indigenous entities are known across the postconquest centuries, but they are not very common. The present example is quite like a Spanish grant of the simpler kind, but the joint action of the unnamed group of citizens and/or authorities of the tlaxilacalli affected is more typical of indigenous procedures. The land in question is a piece of irregular shape amounting to less than half of the standard size of 20 units square, located in the grantee’s home tlaxilacalli. The grant is justified by the fact that the plot is presently unoccupied, as the local people testify. Note that the terms altepetlalli, “altepetl land,” and calpollalli, “calpolli land,” both apply to the same piece (as Charles Gibson long ago presumed that they would). We see here also that although tlaxilacalli is the greatly dominant term in Nahuatl records of postcontact times for constituent parts of an altepetl, calpolli as here is often preserved in frozen compounds. No particulars are given here about the recipient of the grant, Joaquín Flores of Atepotzco. Elsewhere in the McAfee Collection is the 1602 testament of don Joaquín Flores of the same place, Atepotzco, described as in Santo Domingo Mixcoac, one of the subaltepetl of Coyoacan. His properties are not closely specified, but he had held high office and been responsible for the payment of tribute, and the notary calls him tlatoani, with some implication that he was a hereditary lord or ruler. Possibly this is the same person, who, as he rose in life and usage became more generous over time, acquired the don and high municipal position. Just as possible is that the testator of 1602 was the son of the grantee of 1575. Either way, it is clear that the grant went to a person of local prominence and that formal grants like this would not have been handed out to just anyone in the Coyoacan of that time. In line 5, note the reversal of b and v in “fenabides” for Benavides and the substitution of f for v, all expectable phenomena in that none of the sounds these letters represent existed in Nahuatl before contact. In line 11, “çānihuetztoc” = çaniuh huetztoc, “it lies just as it is,” unimproved, fallow or unused. In line 12, the word tlaxilacaleque can equally well mean inhabitants of the tlaxilacalli or tlaxilacalli leaders; in contexts like this one, we expect the meaning to be the district heads, but the other possibility still exists. In lines 29–30 we see the indigenous term amatlacuilo, “writer on paper, notary,” as well as the loanword escribano. The latter quickly and generally displaced the former, but the native term still surfaces at times in texts of Stage 2, and in several Coyoacan items here from around this time. ----- Las mercedes, o concesiones formales por escrito de tierras, dentro de las entidades indígenas son conocidas a través de los siglos después de la conquista, pero no son muy comunes. El ejemplo que sigue es muy parecido a una concesión española de un tipo más simple, pero la acción conjunta del grupo de ciudadanos y / o autoridades no identificadas de la tlaxilacalli afectada es más típica que los procedimientos indígenas. El terreno en cuestión es una pieza de forma irregular que asciende a menos de la mitad del tamaño estándar de 20 unidades cuadradas, ubicada en casa del concesionario tlaxilacalli. Las concesiones están justificadas por el hecho de que el terreno está actualmente desocupado, como atestigua la población local. Tenga en cuenta que los términos altepetlalli, "tierra altépetl," y calpollalli, "tierra calpolli," ambos se aplican al mismo terreno (como lo suponía, hace mucho, el Charles Gibson). También podemos ver qué aquí, aunque tlaxilacalli es el término mayormente dominante en los registros náhuatl después de los tiempos de contacto, para los partes constituyentes de un altépetl, calpolli, como en este caso, se conserva en uso, pero en combinación con otras palabras. Aquí no se dan detalles del beneficiario de la concesión, Joaquín Flores de Atepotzco. En otra parte de la Colección de McAfee es el testamento de 1602 de don Joaquín Flores del mismo lugar, Atepotzco, se describe tal como en Santo Domingo Mixcoac, uno de los subaltepetl de Coyoacán. No se especifican muy detalladamente sus propiedades, pero él ocupaba altos cargos y ha sido responsable por el pago del tributo, y el notario se le refiere como tlatoani, con alguna implicación de que él era un señor hereditario o un gobernante. Posiblemente esta es la misma persona, quien, cuando creció en vida y como el uso de títulos se hizo más generoso tras el tiempo, él adquirió el título de don y una posición alta en el municipal. Igual es posible que el testador de 1602 era el hijo del beneficiario de 1575. De cualquier modo, es claro que la concesión fue a una persona de prominencia local y que las concesiones formales de este tipo no habrían sido entregadas a cualquiera persona de Coyoacán de aquella época. En la línea 5, note el cambio de b y v en "fenabides" para Benavides y la sustitución de la f por V, se espera que sucedan todos estos fenómenos ya que ninguno de los sonidos que representan estas letras existían en náhuatl antes del contacto. En la línea 11, "çānihuetztoc" = çaniuh huetztoc, “que se encuentra justo como es," no mejorada, en barbecho o sin usar. En la línea 12, la palabra tlaxilacaleque puede significar, igualmente bien, los habitantes de la tlaxilacalli o líderes tlaxilacalli; en contextos como éste, esperamos que el significado sea “los jefes de distrito,” pero todavía existe otra posibilidad. En las líneas 29-30 vemos el término indígena amatlacuilo, “escritor en papel, notario," así como la palabra prestada “escribano,”. La última forma desplazó, rápida y mayormente, a la primera, pero el término indígena todavía aparece en ocasiones en los textos de la Etapa 2, y en varios artículos de Coyoacán aquí de ese periodo. [Introducción por James Lockhart; traducción del inglés al español por Melanie Hyers.]